Del 1 al 21 de julio de 2024 en espacios emblemáticos de Alba de Tormes. Entrada libre hasta completar aforo.         

Programa

Se cumplen 150 años del estreno en el teatro de la Zarzuela de El Barberillo de Lavapiés y, por ello, el Festival Rutas de Alba ha programado dos funciones de esta emblemática Zarzuela. 

Texto de Leticia Martín Ruiz. Real Acacemia de la Historia. 

https://dbe.rah.es/biografias/7805/francisco-de-asis-esteban-asenjo-barbieri 

 

Asenjo Barbieri, Francisco de Asís Esteban. Madrid, 3.VIII.1823 – 17.II.1894. Compositor, musicólogo, crítico y director.

La figura de Barbieri es una de las más representativas del siglo XIX español, tanto por sus composiciones como por su labor historiográfica y musicológica, así como por haber desarrollado en España el concepto de nacionalismo en música.

Hijo de José Asenjo y de Petra Barbieri, la figura de su madre fue fundamental tanto en su formación como en su recorrido vital, por eso es su apellido materno por el que es conocido y el que siempre utilizó. Nació en Madrid, en la calle del Sordo y fue bautizado en la iglesia de San Sebastián, una de las más antiguas de la ciudad. Muy joven, en 1830, ingresó en la escuela; esta precocidad le ayudó a su excelente formación. Permaneció tres años ingresado por su abuelo materno en el convento de Trinitarios de Santa Cruz de la Zarza, donde se formó en profundidad en latín, retórica y poética. Esta primera formación humanística posibilitó su posterior desarrollo.

En el año 1837 empieza su formación universitaria con los estudios de medicina, carrera que abandona rápidamente. Tras esto decidió ser ingeniero, por lo que amplió su formación en ciencias, matriculándose finalmente en la Escuela de Arquitectura.

En estos años de inicios de formación fue fundamental la figura de su abuelo, José Barbieri, con el que vivió en el Teatro de la Cruz. Allí conoció el repertorio italiano y comenzó a estudiar Solfeo con José Ordóñez Mayorito, su primer maestro, según sus propias palabras.

En 1837 también se matriculó en el Conservatorio de Música y Declamación de María Cristina, estudiando Clarinete con Ramón Broca, Piano con Pedro Pérez de Albéniz y Canto con Baltasar Saldoni.

Unos años después, hacia 1840, empezó a estudiar Composición con Carnicer. Este músico primero fue maestro pero después lo uniría a él una fuerte amistad.

Los ideales políticos de Barbieri, claramente de ideas progresistas, se marcaron sobre todo tras la muerte de su padre al servicio de los liberales en un ataque carlista. Tras este fallecimiento, su madre se casó de segundas nupcias, trasladándose a vivir a Lucena y quedando Barbieri solo por primera vez en Madrid.

Del año 1842 son las primeras composiciones musicales que se tiene constancia, canciones, romanzas, una barcarola para orquesta y una tanda de valses. Al mismo tiempo trabaja como corista, director de coros e incluso formó parte de una compañía de ópera.

Después de un fracaso económico con esta compañía fue posible que continuara estudiando Composición con Carnicer por el regreso a Madrid de su familia materna.

Realizó una gira por España como director de una compañía de ópera italiana y fue contratado en 1845 como maestro de Música de la Escuela de Nobles y Bellas Artes de San Eloy y maestro del Liceo de Salamanca.

Regresa a Madrid un año después, en 1846, momento en que comienza su actividad como musicólogo y escribe su primera ópera sobre un libreto que le entregó Carnicer, Il Buontempuone.

Fue miembro fundador, junto con Eslava, Vélez de Medrano, Arrieta, B. Basili, Saldoni, Gaztambide, Salas y Peña y Goñi de la sociedad La España Musical, nacida con el deseo de crear la ópera española.

El proyecto fracasó por no conseguir el apoyo del público, que en este momento prefería la ópera italiana, ni del Gobierno.

Fue secretario y archivero del Liceo Artístico y Literario de Madrid, del que era miembro, hasta su cierre en 1850.

En estos años también inicia su labor periodística como cronista musical de La Ilustración.

Trabaja con Gaztambide y Salas con el deseo de establecer la zarzuela como un género de peso en el Teatro de la Cruz, para lo que contaron con el apoyo del empresario de dicho teatro, Pombo.

Hacia 1850 comienza a ser trascendente la obra de Barbieri con el estreno de la obra Gloria y peluca, obra que confirma el afianzamiento de la zarzuela como nuevo género junto con El Duende de Rafael Hernando, lejos de la zarzuela barroca, más identificada con la opereta francesa. Las primeras obras de Barbieri, en palabras del crítico y musicólogo Peña y Goñi, dieron las premisas del estilo personal del compositor y las del nuevo género.

En el año 1851 funda una nueva asociación, la Sociedad de Artistas, junto con el poeta Olona, el cantante Salas y los compositores Gaztambide, Oudrid, Hernando e Inzenga. Llegan a formar una compañía propia en el Teatro Circo y Barbieri es director de los coros. Uno de los éxitos más importantes de la Sociedad es el estreno de Jugar con fuego (6 de octubre de 1851), obra que inicia el fenómeno de la Zarzuela Grande.

En 1853, Barbieri viaja a París y empieza a concebir la idea de construir un teatro especial para la nueva zarzuela. Esta iniciativa, que partió de la Sociedad de Artistas, cuajó en 1856 con la inauguración del Teatro de la Zarzuela en la calle Jovellanos. Para su inauguración, Barbieri compuso una Sinfonía concertante y se realizó una alegoría en un acto titulada La Zarzuela.

Aunque este primer intento fracasó, siguieron trabajando a través de la Sociedad Artístico-Musical, en cuyos conciertos se tuvo la ocasión de escuchar, entre otras cosas, por primera vez en Madrid, la música de Wagner. Toda esta actividad culminó con la creación de un nuevo teatro, el de los Campos Elíseos, del que Barbieri fue director general artístico. Barbieri se convirtió en uno de los protagonistas de la vida musical madrileña, hecho que le llevó a recibir el 25 de octubre de 1864 el nombramiento de comendador ordinario de la Real y Distinguida Orden de Carlos III.

Las labores de recuperación musical no se centraron sólo en repertorio extranjero, se trabajó también en la música española, con figuras casi olvidadas, como Cristóbal de Morales. La actividad organizativa de Barbieri continuó generando nuevas sociedades, como la Sociedad de Conciertos, fundada en 1866, que organizaba sus conciertos en el Circo del Príncipe Alfonso en invierno y en verano en los Campos Elíseos, o la Sociedad de Bibliófilos Españoles.

Esta sociedad, formada por noventa y siete profesores de orquesta y cantantes, presidida y dirigida por Barbieri, llegó a dar cuarenta conciertos en el verano del año 1867. Abandonó esta sociedad ante la negativa de dar más relevancia al trabajo coral, que era su especialidad.

El período de madurez creativa (1856-1874) está marcado en la vida de Barbieri no sólo por su creación artística, sino también por la lucha por la restauración musical española, a imagen de Francia o Alemania, muy necesaria en ese momento por carecer el público de interés en la música nacional. La actividad más importante realizada para este propósito fue la de realizar conciertos sacros, los conciertos de cuaresma, momento en que no se podían realizar montajes escénicos, en el Teatro de la Zarzuela, en principio con obras de los grandes maestros europeos como Mozart, Beethoven o Rossini, aunque pronto entrarían en el repertorio también obras de autores españoles históricos, el primero fue Cristóbal de Morales. El éxito de estos conciertos alentó a la creación de una sociedad de música instrumental, la Sociedad Española de Conciertos, bajo la dirección del compositor Gaztambide.

Pronto entró Barbieri a formar parte de dicha sociedad para encargarse de las formaciones corales, que conocía por sus viajes a Bélgica y Alemania.

En el año 1868 rechazó la real orden por la que era nombrado profesor de Armonía y de Historia del Arte Musical en el Conservatorio. En 1869 se le nombró miembro de la comisión para el arrendamiento del Teatro Real de Madrid, asumiendo el cargo de director de la orquesta.

Pese a ser una época con gran actividad musical y de creación, en los años sesenta también viajó por Europa para conocer la vida musical de otros países: París 1862, Francia e Inglaterra 1864. En el viaje a París de 1862 estuvo a punto de estrenarse la versión francesa de su zarzuela Entre mi mujer y el negro (Ma femme et son negre) por intervención de la condesa de Montijo, madre de la Emperatriz francesa. Finalmente este estreno no se produjo por diferencias con el director del Teatro de la Ópera Francesa y con Offenbach, compositor de éxito en el país en ese momento. Sin embargo, esta visita le permitió conocer a Rossini.

Los dos estrenos más importantes de estos años del compositor madrileño fueron en 1862: El secreto de una dama y, dos años después, Pan y toros, momento cumbre de su catálogo que todavía era reducido por su intensa actividad musical.

En el año 1866 compone una de las pocas obras de su repertorio no teatral, una marcha triunfal para la ceremonia de la colocación de la primera piedra de la Biblioteca Nacional de Madrid.

La presencia de Barbieri en los círculos musicales y culturales de Madrid era constante, por eso en 1866 fue nombrado por real decreto comendador ordinario, después lo sería de número, de la Real Orden de Isabel la Católica.

Tras algunos años de intensa actividad llega en este momento un período de cierta calma, en el que se producen importantes estrenos de obras de Barbieri: desde Pan y toros hasta 1874 estrenó un total de diecisiete obras escénicas, prácticamente todas en el Teatro de la Zarzuela. En 1870 estrenó Robinson, un tributo de Barbieri a la ópera bufa, igual que la estrenada en 1872, El tributo de las cien doncellas.

En 1874 estrena la que no sólo será la principal obra de su catálogo y la materialización de la concepción lírica de Barbieri, sino que también se convirtió en una obra clásica del repertorio del siglo XIX y del repertorio de zarzuela de todos los tiempos, El barberillo de Lavapiés.

En 1873 consiguió otro de sus triunfos, éste fuera de los escenarios, ya que después de muchos años de lucha con la Academia de Bellas Artes de San Fernando para que se creara una sección de Música, finalmente fue nombrado académico de dicha sección, el 28 de junio de este año, tras la lectura de su discurso el 10 de mayo.

En sus últimos años (1875-1894) no se encuentra, quizá con la excepción de Chorizos y polacos de 1876, ninguna obra de Barbieri dentro del género zarzuela que aporte nada nuevo. La llamada zarzuela grande inicia aquí un período de cierta decadencia, por eso ahora la mayoría de las obras de Barbieri están escritas en un solo acto y serán las que personifiquen una nueva división dentro de la zarzuela, el Género Chico, que coincide con un importante cambio político en el país, el Sexenio revolucionario de 1868. Se trata de un arte menos trascendente, más inmediato y fácil, con títulos como: La confitera (1876), Artistas para La Habana (1877), Los carboneros (1877), El loro y su lechuza (1877), Los chichones (1879), etc.

Todas estas obras se presentaron en los teatros de la Comedia, Príncipe Alfonso, Alhambra o Variedades.

Su última obra, con libreto de Ventura de la Vega, es El señor Luis el tumbón o Despacho de huevos frescos de 1890, que para toda la crítica demuestra su decadencia musical.

Más importante que la creación musical es en estos años su actividad musicológica, que se inicia con el folleto El Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela, del año 1877, una declaración de la injusticia que sufría la zarzuela a favor de la ópera. Ese mismo año publicaría en la Ilustración Española y Americana su artículo “Danzas y Bailes de España en los siglos XVI y XVII”, tema en el que era un verdadero especialista.

También de esta época es muy interesante su relación epistolar con diferentes personalidades de la cultura, entre las que destacan los compositores Bretón y Chapí, el musicólogo Carmena y Millán, con el que colabora estrechamente en el libro Historia de la ópera italiana en Madrid, o con el encargado del Archivo de Simancas, Francisco Díaz, con el que entra en contacto para recopilar información de la Real Capilla de los siglos XV y XVI.

En el año 1878 recibe varias distinciones, fue condecorado con la Gran Cruz de la Real Orden de Isabel la Católica (23 de enero de 1878); el 30 de abril se convierte en miembro corresponsal de la Société de Compositeurs de Musique de París; en mayo se le nombró individuo de la Comisión española para la Exposición Universal de París; y también recibió otros nombramientos más curiosos, como suplente de la Exposición Nacional Vinícola, jurado para los juegos florales del Ayuntamiento de Madrid o miembro de la Comisión para la Adopción del diapasón.

Su texto musicológico más importante de 1878 es el Prólogo histórico a la Crónica de la ópera italiana en Madrid desde el año 1738 hasta nuestros días y su folleto Las castañuelas.

Es nombrado en 1879 miembro de la comisión para redactar los reglamentos de la ley de propiedad intelectual y de teatros junto con José Álvarez Mariño, López de Ayala, Balaguer, Rubí, Arrieta, García Gutiérrez, Madrazo, Núñez de Arce, etc., asunto que siempre le había preocupado. Esta ley finalmente se aprobó en 1780, pero dejaba sin responder algunos asuntos referidos al copyright.

En 1780 tiene una importante presencia en la vida musical de Lisboa, donde es llamado para organizar algunos conciertos, por lo que fue nombrado presidente honorario de la Associaçao Musica 24 de Junho y el rey de Portugal lo nombró oficial de la antigua, nobilísima y esclarecida Orden de Santiago del mérito científico, literario y artístico.

También fue nombrado en marzo de 1870 presidente honorario de la sección de música de la Sociedad Literaria y Artística Lo Rat Penat de Valencia.

Continuó también con sus labores de director de orquesta, firmando un contrato con el Teatro Real de Madrid como “maestro director”, cargo que también ocupaban Bretón, Goula, Pérez, Francesco Faccio y Gialdino Gialdini.

Desde 1880 hasta su muerte, Barbieri sólo estrena ocho obras más, muy maltratadas por la crítica. Más interesante y respetada es su actividad literaria y musicológica, continúa teniendo un interesante epistolario en el que ahora aparecen Tamayo y Baus y Juan Valera.

De la mano de Arderius comienza en 1881 un último intento de revitalizar la zarzuela creando un teatro específicamente para ella. La denominación de este teatro sería Teatro Lírico Español y contaba con el apoyo y la colaboración de Arrieta, Barbieri, Caballero, Marqués y Chapí, que se comprometieron a escribir obras nuevas. Esta nueva aventura permitió el reestreno de alguna de sus obras y mejorar su situación económica.

En 1882, M. Wodehouse pide a Barbieri que realice algunas entradas para el Grove, diccionario enciclopédico musical británico, esto demuestra cómo su figura ya era reconocida en toda Europa.

En el año 1885 vuelve a resurgir la polémica de la creación de una ópera nacional, en parte debido a la crisis de la zarzuela. Los encuentros y debates se desarrollaron dentro del marco de la Sociedad Artístico- Musical de Socorros Mutuos. Además de estos debates, este año es especialmente rico en publicaciones en la Correspondencia Musical La ilustración nacional.

Desde 1886 sólo escribirá una obra escénica más, Don Luis el Tumbón, pero serían interesantes tanto en relaciones como en creación musicológica. En el 1887 entra en contacto con Albéniz, compositor que representaría su ideal de la música nacional española.

En 1888 es nombrado presidente del jurado musical de la Exposición Universal Barcelonesa.

El año 1889 estaría marcado por el impacto que representó el estreno de la ópera de Bretón Los amantes de Teruel, una de las mejores aportaciones españolas a la ópera universal.

Desde 1890 hasta su muerte el trabajo más significativo de Barbieri fue la publicación del Cancionero Musical de los siglos XV XVI, transcrito y comentado por Francisco Asenjo Barbieri. En estos momentos, donde la investigación es su principal preocupación, destaca su relación con Felipe Pedrell.

Sólo un año antes de su muerte falleció la persona que más lo había marcado a lo largo de toda su vida, Petra Barbieri, su madre. La enfermedad de Barbieri fue seguida con interés por la prensa nacional, hasta su fallecimiento en febrero de 1894. Además de sus obras musicales y sus estudios musicológicos, Barbieri en su testamento dejó constancia de su deseo de que su biblioteca fuera entregada a la Biblioteca Nacional de Madrid; esta colección, denominada Legado Barbieri, es la matriz de la colección musical de dicha Biblioteca. 

Texto extraido de la web de la Real Academia de la Historia elaborado por Leticia Martín Ruiz. https://dbe.rah.es/biografias/7805/francisco-de-asis-esteban-asenjo-barbieri 

 

 

  

 

               

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