La historia de Alba de Tormes se halla indisolublemente unida a la de Santa Teresa de Jesús que falleció el 4 de octubre de 1582 en Alba de Tormes, donde puede visitarse su sepulcro en el Monasterio de la Anunciación, entre otros lugares de interés. 

Biografía

La historia de Alba de Tormes se halla indisolublemente unida a la de Santa Teresa de Jesús. 

» Don Alonso, el padre de Teresa nos dejó consignado en un libro familiar la fecha del nacimiento de la niña: “En miércoles veinte e ocho días del mes de marzo de mil quinientos e quince años (l5l5) nasció Teresa, mi hija, a las cinco horas de la mañana, media hora más o menos que fué el dicho miércoles casi amanecido”
Teresa nace en una familia numerosa de judeoconversos. Ella nos cuenta: “Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Mi padre era hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos, y aún con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos; porque los había gran piedad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades, grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacia caso de ella". Murió a los treinta y tres años muy cristianamente. Éramos tres hermanas y nueve hermanos. Todos parecieron a sus padres -por la bondad de Dios- en ser virtuosos, si no fuí yo, aunque era la más querida de mi padre. (Vida, 1-2,3,4).

Teresa 
Se queda sin madre a los catorce años, y le pide, con lágrimas en los ojos, a la Virgen de la Caridad que sea su madre. Teresa se enamora de la vida. Apunta una adolescencia brillante, en casa es querida por todos. Son doce hermanos, la servidumbre y los primos que vienen a casa, y Teresa no ve nada malo en dejarse querer, porque es joven y bonita según dicen, y a Don Alonso no le gustan los devaneos de la hija, y aprovechándose de que casa a la hija mayor, y, que no es bueno dejar sola a una jovencita como su querida hija Teresa, la interna, contra su voluntad, en las Agustinas de Sta. María de Gracia de Avila.

Teresa es una mujer constitucionalmente sincera, enamorada de la verdad y radicalmente enemiga de toda hipocresía. Vuelve Dios a aparecer en su vida, como cuando de pequeñita construía conventos con piedrecillas que luego se les venían abajo. Y Dios se vale de una monja buena, Doña María de Briceño, que les habla del Evangelio, y toma la niña Teresa más gusto por la posibilidad de ser monja, de que Dios la llamase a este estado del que ella era “enemiguísima”. Ahora reza para que el Señor, le haga ver claro lo que quiere de ella.

Teresa sale por enfermedad del internado, y regresa a casa de su Padre. El Señor la madura poco a poco, y la joven descubre su vocación en el monasterio de la Encarnación donde entre Teresa, extramuros de la ciudad, antiguo beaterio que pasó a pertenecer a la  Orden de los Carmelitas. Ella tiene allí a su amiga Juana Juárez, (hay quien dice que antigua sirvienta de la casa de los Cepeda), y ésto le ayuda a Teresa a la hora de hacer su opción. D. Alonso siempre se opuso a la entrada de su hija en el convento: ¡No en mis días! Y no le da su consentimiento, Teresa acompañada por Antonio, su hermano, se dirige a La Encarnación. Es el  2 de Noviembre de l535, día de Animas. “En tomando el hábito, me dio el Señor a entender cómo favorece a los que se hacen fuerza para servirle”.

Doña Teresa es feliz en el Monasterio, querida y respetada, por sus virtudes,  es una buena monja, pero el Señor esperaba más de ella, espiritual y humanamente. Dios se había prendado del alma de Teresa, la conocía, la amaba, y, deseaba poner en sus manos la gran obra de la Reforma del Carmelo. Hay  reuniones en la celda de Doña Teresa. Y, se habla de hacer algo nuevo, como los antiguos ermitaños, alguna dijo que daba de parte de la dote para comenzarlo, y se le queda en la mente de Doña Teresa, algo que le entreteje el alma, más oración, y para ello, más apartamiento del mundo, más silencio, menos monjas. En la Encarnación eran ciento ochenta, más las criadas, que estaban permitidas en aquella época. ¿Qué quería el Señor de ella? Teresa sigue con bien poca salud, una enfermedad extraña y casi incurable la saca del monasterio, su padre la lleva a un pueblecito donde una curandera le hace unas “sanaciones” que la dejan tullida durante tres años;  regresa a la  Encarnación totalmente impedida, tenían que hacerle todo. Toma por abogado a San José, y es milagrosamente curada. La enfermedad le ha adentrado en la oración, el trato amistoso con Dios. Él la sigue buscando. Teresa responde. Comienzan las gracias místicas, esas gracias que Dios da a los que van a ser fundadores de una familia religiosa. Teresa comienza la andadura  fundacional, un 24 de Agosto de l562, fiesta de San Bartolomé. Una campanilla pequeña y rota, (que así salió de la fundición) anunciaba en Ávila que un nuevo convento se inauguraba. Allí se retira la Madre Teresa con cuatro jóvenes que desean compartir la nueva vida carmelitana. Viven en pobreza, castidad, y obediencia. Son felices de entregar sus vidas a Dios en el silencio y la oración continua. Pronto le dicen a la Madre que hay que seguir fundando, y  le dan patentes para seguir haciendo “palomarcitos” de la Virgen. Y se llenan los conventos: Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, ALBA DE TORMES, Segovia, Beas de Segura, Caravaca de la Cruz, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos. En l582 la Santa muere en Alba de Tormes. Diecisiete Fundaciones de monjas.  Diecisiete batallas ganadas por una mujer llamada Teresa de Jesús. 

Alba de Tormes - Alba de Teresa
Teresa de Layz, casada con Francisco Velázquez, matrimonio residente en Alba de Tormes, no tenía hijos. Se los pedía insistentemente a Dios, pero el Señor tenía otros planes. Nos lo cuenta la Madre Teresa con todo detalle en el capítulo 20 del libro de ”Las Fundaciones”. 
Puesto que el Señor no era servido de darles descendencia, el matrimonio decide hacer un monasterio. Teresa de Layz conoce a la Madre Fundadora, y después de varios intentos, llegan al acuerdo de hacer un convento de Carmelitas Descalzas en su propia casa. ”lo que les tuve en mucho: que dejaron su propia casa para darnos, y se fueron a otra harto ruin”.

Alba es la octava fundación de la Madre Teresa, octava perla de un collar de  dolores y alegrías... “Púsose el Santísimo Sacramento, e hízose la fundación día de la conversión de San Pablo, año de 1571, para gloria y honra de Dios, adonde, a mi parecer, es Su Majestad muy servido“. 
Estamos en el año de 1582, la madre tiene sesenta y siete años, “ya estoy vieja” dice ella a sus hijas. Quería ir a Ávila para dar la profesión a su sobrina Teresita, pero el P. Antonio de Jesús, vicario provincial, le cambió los planes ordenándole que fuese a Alba, porque la duquesa esperaba un hijo y querían tenerla en el momento del alumbramiento. 

Esa misma noche, mientras Teresa sufría un desmayo mortal, Doña María de Toledo, la joven, alumbraba prematuramente a D. Fernando Álvarez de Toledo. “¡Bendito sea Dios que ya no será menester esta santa”, diría ella con gracejo. Se puso en camino, un viaje penoso por los dolores físicos y morales que la embargaban, además, venía a Alba herida del mal de la muerte, el corazón herido de amores, no traían nada para comer, en Aldeaseca les dieron unos higos secos, no había más.

Eran las seis de la tarde, del 20 de septiembre de 1582, su enfermera Ana de San Bartolomé nos lo relata. “En este día llegamos a Alba, y tan mala nuestra Madre, que no estuvo para entretenerse con sus monjas. Dijo que se sentía tan quebrantada, que, a parecer no tenía hueso sano”. 
Cuando se acostó dijo: ”¡Oh, válgame Dios, y qué cansada me siento; más ha de veinte años que no me acuesto tan temprano como ahora!. ¡Bendito sea Dios que he caído mala entre ellas!”. A la mañana siguiente se levanta para oir la Santa Misa y comulgar. Recorre las dependencias de la casa. Desde aquellas ventanas se divisa el Tormes tantas veces contemplado por Teresa. El día de San Miguel –29 de Septiembre -, después de haber oído Misa y comulgado, se acostó para no levantarse. 

Los médicos le aplican los remedios de la época, pero el mal de la Madre no tenía remedio. También podemos decir que murió de amor. 

Tres de octubre de l582, cinco de la tarde, La Madre pide el Santísimo Sacramento. Casi no puede moverse. Con lágrimas en los ojos pide a las Hermanas la guarda de la Regla y Constituciones. 

Cerró los ojos y se quedó en oración, las monjas la contemplaban entre silencios y sollozos, el Padre Antonio de Jesús, le dice si desea que la lleven a Ávila, o quiere quedarse en Alba, a la Santa no le hizo gracia la pregunta y le responde: “¿Y yo he de tener casa propia?. ¡Aquí no me darán un poco de tierra?”. Esa misma noche recibe los últimos sacramentos. “En fin, Señor, soy  hija de la Iglesia. “ Lo repite una y otra vez.

El 4 de octubre entra en agonía. La hermana Ana de San Bartolomé, lega que le hace de enfermera desde que se cayó por una escalera en San José de Ávila, y le ayuda como secretaria, sale a descansar un rato, lo nota la Santa, y la busca con la mirada. Regresa Ana y. Teresa “se rió y me mostró tanta gracia que me tomó en sus manos y  puso en mis brazos su cabeza, y allí la tuve abrazada hasta expirar.” 
Aquel mismo día se cambiaba el calendario siguiendo las instrucciones del Papa  Gregorio XIII, por lo que el 4 de octubre se convertía en l5 de octubre.           
El cuerpo de la Madre fue rápidamente sepultado bajo una impresionante  masa de tierra cal y piedras. El Padre Antonio de Jesús y Teresa de Layz, querían asegurarse que no se llevarían de Alba aquel tesoro. Estaban delante la nueva priora de Alba, Inés de Jesús y Ana de San Bartolomé. 

Escritora
Teresa escribe porque lo necesita, su obra es intensa. Para ellas y para todas sus Carmelitas escribe el Camino de Perfección. Escribe casi siempre. La noche es su compañera, en el silencio, es cuando los negocios del monasterio le dejan el tiempo libre para contestar cartas, que también es menester. El recorrido por su epistolario es como un coloquio con la Madre Fundadora. Nos cuenta de su estado de salud, de una nueva fundación, de lo linda que anda en la virtud su sobrina Teresita, de todo lo que ha llegado de Sevilla. También utiliza las cartas para su magisterio, que se cuiden las monjas, que a las enfermas se cuide con mucho amor. “Que Dios me la haga muy santa mi hija”.  Es ella misma, a corazón abierto, madre, por encima de todo. 
Las monjas de San José le hicieron poner por escrito las “pláticas que les daba” y así se gestó el “Camino de Perfección”. De este libro hay dos versiones paralelas, porque la Santa lo redactó dos veces. La primera redacción, sencilla,  y espontánea, el programa de una comunidad reformada, más allá de lo institucional y jurídico, se conserva en el Monasterio de El Escorial. 
En “Las Fundaciones”, nos cuenta entrañablemente sus andanzas por la geografía española, enamorada de un Dios que le hace caminar.

El Libro de la Vida lo escribe por obediencia, para poner por escrito las maravillas que el Señor hace con ella. “Una merced -dice- es dar el Señor la merced y otra es entender qué merced es y qué gracia; otra es saber decirla y dar a entender cómo es”. [Vida , l7,5]                   
El “Castillo Interior”, llamado también “Las Moradas” lo escribe la Santa en l577, lo comienza un 2 de junio, en Toledo, y lo finaliza en San José de Ávila,  víspera de San Andrés, 29 de Noviembre. Un tiempo récord para una obra de tal categoría espiritual. 

Teresa de Jesús está viva en sus obras y en sus hijas, en Alba de Tormes murió pero en Alba vive. Aquí se celebra la fiesta de la Transverberación de su corazón herido de amor de Dios, el 24 de Agosto. Su paso de esta vida a la gloria el l5 de Octubre, y la llegada de la Madre Teresa ya enferma y moribunda se recuerda en una  “Marcha Teresiana” que hace el mismo recorrido de la fundadora desde Medina a Alba. 
MM. Carmelitas Descalzas. Alba de Tormes

 


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